Se detuvo jadeando, con la respiración fuera de control, el corazón desbocado, el pulso palpitante. No recordaba cuánto llevaba corriendo.
Se suponía que esto iba a ser una simple misión de reconocimiento. Pero aquellos bosques interminables sacados de la mismísima luna de Endor, sumidos en niebla densa y blanca como la leche, parecian no terminar ni empezar nunca.
Por más que corría, siempre le parecía acabar en el mismo sitio, como un gran bucle infinito sin principio ni fin. Miró hacia atrás sin discernir nada entre la espesa niebla y supo que no podía detenerse mucho más. Creyó escuchar algo, no podían estar lejos. Siguió corriendo, cruzando la siguiente línea de árboles, y después la siguiente, y la siguiente.
Se detuvo jadeando con la respiración fuera de control, el pulso desbocado, el corazón palpitante. No recordaba cuánto llevaba corriendo.
Esto iba a ser una simple misión de reconocimiento. Pero aquellos bosques bañados en niebla no terminaban nunca. Por más que corría siempre parecía acabar en el mismo sitio. Cómo un inmenso bucle infinito.
Miro atrás sin ver nada. Supo que no podía detenerse más. Estaban cerca. Lo sabía.
Siguió corriendo. Árboles y más árboles. Se detuvo jadeando.
No sabía cuánto llevaba corriendo.
Se suponía que.
Una simple misión.
De reconocimiento.
Pero aquellos bosques.
No terminaban.
Nunca.
Cómo un.
Inmenso.
Bucle.